sábado, 13 de octubre de 2012

El mejor regalo


Esta semana he recibido una inesperada visita. Mis ojos se abrieron como platos ante su barba y cabello largo: "¡Ostras, Jesucristo!", exclamé. Pero no, no era Jesucristo, sino Tomeu. Me dijo que había leído "Alehop" y sentía curiosidad por conocerme. "Cuando leí tu primer libro también sentí ese impulso, pero lo fui dejando...", me confesó. Le comenté que era algo  habitual; que mucha gente, a pesar de pasar cada día por delante de mí casa, tenía miedo a encontrarse conmigo. Se lo dije tratando de quitarle importancia y que no se sintiera incómodo, pero dentro de mí sentí cómo me volvía a abrasar un dolor inmenso ante estas situaciones. Y es que me siento muy impotente. Por muy buena predisposición que yo tenga, no puedo hacer nada para disipar el miedo y los fantasmas de los demás: "¿Podrá hablar? ¿Estará de mal humor? ¿Le debe caer la baba por la boca? ¿Será una persona depresiva?", suelen pensar. Si éstos son los recelos que roen a la gente que ha leído mis libros, y se supone que sólo por eso ya deben dar por sentado que poseo un cierto nivel intelectual, ya os podéis imaginar las distancias kilométricas que interponen aquellos que no lo han hecho... 

"Por el facebook la gente es muy valiente, pero después..., y yo prefiero el cara a cara", me dijo. Estuve totalmente de acuerdo con él. Me cuesta entender cómo puede haber gente enganchada al facebook y a Internet, aunque tal vez muchas de esas personas ya deben tener cubierta una mínima socialización al tener pareja, hijos, con los compañeros de trabajo, etc.

Tomeu es pintor. Hablamos un rato sobre su trabajo, sobre el arte, sobre el proceso de la creación de un cuadro, que por lo deducí guarda bastantes similitudes con la gestación de un libro. No sé si Tomeu volverá. No sé si  me caería bien o viceversa, y mucho menos si llegaríamos a ser amigos. Esto ahora mismo es lo de menos. Para mí lo importante es que "Alehop" me haya otorgado este valiosísimo regalo como es el de interactuar con otro ser humano, mirándole a los ojos, escudriñar sus gestos, mientras la tarde otoñal se consume ante nosotros.




1 comentario:

  1. ...el mejor regalo, para mí, es la vida.
    ...Jesucristo, tiene gracia. En otra vida, de las muchas que llevo viviendo, ya me habían llamado Jesucristo. También Comunista.
    La tarde otoñal se nos hizo corta. Nos quedan muchas cosas que contar.
    No huyas... volveré!!!

    ResponderEliminar