sábado, 16 de febrero de 2013

Manías lectoras



Antes, cuando podía hacerlo, llevaba a cabo un ritual  al terminar un libro que me hubiera gustado: lo cerraba, posaba una mano sobre su tapa, y musitaba las gracias; gracias por haber tenido la suerte de que ese libro se hubiera cruzado en mi camino, por haberme enseñado algo. Mentalmente, sigo haciéndolo.

Cuando era más joven me sentía obligado a terminar la lectura de un libro aunque no me gustara. Me sentía mal si no lo hacía, con remordimientos, como si fuera una especie de desprecio al autor o como si esperase que de un momento a otro ese libro anodino fuera a recobrar vida y engancharme. He descubierto que a otros lectores les ha pasado lo mismo. Con el paso de los años creo que uno se vuelve más consciente del tiempo tan limitado que tenemos, y de la cantidad de libros pendientes de leer, por lo que ahora, si transcurrido un tiempo prudencial ese libro no me seduce, lo dejo.

Leo en completo silencio o escuchando música, depende del momento. Mis libros se acumulan en las estanterías sin ningún orden aparente, aunque siempre digo que tengo que reservar un rincón para aquéllos que me han gustado especialmente, ya que a veces me piden alguna recomendación y al no tenerlos a la vista se me escapa alguno. No soy, pues,  maniático en el orden que deben de ocupar en las estanterías, aunque es curioso que si han limpiado y han cambiado alguno de sitio, lo detecto enseguida. Mis ojos vagan diariamente tantas veces por el mismo paisaje que si hay un pequeño cambio lo detecto enseguida.

Me encanta el olor de los libros. Y el ruido que hacen las páginas al pasarse. Cuando podía, subrayaba algún párrafo que me hubiera gustado, y solía doblar la punta de las páginas para indicar que allí había algo interesante. Como marcapáginas me he servido de cualquier cosa que estuviera a mi alcance; las servilletas han sido las más sacrificadas para esta labor.

Si pudiera, preferiría leer un libro en formato de papel que en electrónico. Pero poco a poco me he visto obligado a escoger este último soporte porque el esfuerzo físico que hay que hacer es muchísimo menor. Resulta más práctico. Antes de este cambio tenía que perder más tiempo tratando de pasar las páginas con un palo que me ponía en la boca que en la lectura de la página en sí. Para que este sistema pudiera ser efectivo, me tenían que abrir bien los libros, hasta que las costuras de éstos emitían un crujido escalofriante.

Buscando un poco por Internet, he encontrado que hay tantas manías a la hora de leer como lectores. Algunas que me han llamado la atención son:

"No puedo evitar corregir las tildes o errores tipográficos".

"Tengo que comer o beber algo mientras leo".

"Nunca leo la contraportada antes de terminar".

"Me molesta que las personas que no tienen como hábito la lectura abran un libro y lean el final bajo el pretexto de "si no lo voy a leer...al menos quiero saber el final..."

"Leo acompañado de un mapa para saber en todo momento dónde se ubica la acción".

"Leo en cualquier parte menos en la mesa: en salas de espera, en el salón o en la playa...".

"Organizo los libros por leídos y no leídos. Otros lo hacen por tamaños, por género, por orden alfabético..."

"Uso siempre los mismos marcapáginas".

¿Tenéis vosotros alguna manía especial o confesable?


4 comentarios:

  1. Una entrada muy interesante, José. Yo, desde que tengo memoria, nunca me he empeñado en llevar un libro a buen puerto si sus páginas no resultan lo suficientemente cautivadoras. Respecto a las costumbres lectoras, suelo leer por las noches. Sin embargo, también es cierto que en primavera me encanta sentarme en una terraza con un libro en las manos. Buen fin de semana,

    ResponderEliminar
  2. muchas gracias por tu comentario. leer de la playa, sobre todo cuando no aprieta mucho el sol, en el atardecer, también parece sugerente...

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. A mí ya hace tiempo que me toca leer en electrónico, por la noche, con el móvil apoyado en la almohada. De hecho, he creado una pequeña aplicación que me permite pasar página con sólo darle un pequeño golpecito a la almohada.

    De hecho, empecé ya casi hace 10 años, con una antigua PocketPC. Desde luego, tiene sus ventajas, además del ahorro de papel y espacio, como el poder consultar rápidamente una palabra en el diccionario, con sólo pulsar sobre ella.+

    ResponderEliminar