sábado, 6 de octubre de 2012

Más allá de las apariencias



Durante estos días de entrevistas no he podido evitar que me pregunten por mi enfermedad. Ningún problema, no tengo nada que esconder. El problema surge cuando se centran más en la enfermedad que en el libro en sí, que poco o nada tiene que ver con el mundo de la discapacidad. 

Un periodista me preguntó directamente eso: que si temía que se me valorara más por mi enfermedad que por el libro. Respondí algo así como que eso sería así si los lectores buscaran en el interior del libro el póster de Correcaminos y se encontraran con mi facha, pero que mi tipo de literatura es para personas que saben ir más allá de las apariencias.

Pero tengo que confesar que haber constatado que hay algunas personas que nunca se atreverán a leer mi libro por el recelo que les inspira mi físico es algo un poco frustrante. Aún cuesta mucho disociar que el hecho de que no te puedas mover no significa que seas tonto, o resulta muy difícil poder sacarles de ese encasillamiento en el que te meten de que he escrito un libro de autoayuda o enfocado a un colectivo específico.

El otro día, sin ir más lejos, en una de mis contadas salidas, me encontré con una persona que se jacta de ir de "izquierdas", que acude a todas las manifestaciones, que en su camiseta llevaba un emblema de la defensa de los derechos humanos. Una de esas personas que piensas que teóricamente le tiene que interesar mi libro por su carga de denuncia social, o que al menos tiene que sentir algo de curiosidad por leerlo. Con una sonrisita, me dijo que aún no lo había leído, y yo tuve la impresión, por sus gestos y manera de expresarse, que nunca encontraría una ocasión para ello.

Da un poco de rabia saber que hay gente que se va a quedar siempre allí, en la barrera, atrapado por sus prejuicios, perdiéndose quizá algo que les podría enriquecer.

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